I. UNAS PALABRAS SOBRE NUESTRA FE
II. UNA BREVE DECLARACION DE FE
III. LA CONFESION DE ACCRA
I. UNAS PALABRAS SOBRE NUESTRA FE
Como creyentes, adoptamos la Confesión de la Fe de la Iglesia de Jesucristo conocida como El Credo de los Apóstoles. En ella encontramos un resumen de los diferentes aspectos de la fe cristiana e intentamos comprenderlos actualizando su significado. Reconocemos y adoptamos igualmente los textos de los tres primeros concilios de la Iglesia Cristiana.
Asimismo,
como Iglesia de Jesucristo, adoptamos la tradición teológica y
doctrinal de la Reforma Protestante del siglo XVI. Con ella nos
identificamos en su voluntad de definir la fe cristiana a partir de
cuatro principios que consideramos básicos y suficientes.
1.
El amor de Dios. Dios es amor, y como tal se da a conocer al ser
humano. Éste, lejos de Dios, imperfecto, y en medio del vacío y de las
contradicciones de la existencia, es llamado a encontrar en Dios perdón
y salvación. Creemos que Dios da este amor sin pedir nada a cambio, de
manera incondicional. Él tiene toda la iniciativa. El ser humano es
llamado a encontrar y a recibir este amor como un don que no puede
obtener por si mismo. Ningún esfuerzo por su parte permitirá
alcanzarlo.
2.
La fe. La fe en este amor de Dios. Para la vida presente y futura sólo
la fe da al ser humano confianza y seguridad. En la fe hay salvación,
vida en constante renovación. Dios da a esa fe, La persona es
introducida en ella.
3.
La Escritura. En la Biblia el cristiano encuentra todo lo que puede
saber y ha de saber sobre Dios y su amor. A partir de ella puede
construir su vida en libertad y responsabilidad. La Biblia es nuestra
única norma de fe y conducta.
4.
Jesucristo. Jesucristo es entendido como centro de la Escritura y de
la fe. Es el único punto de referencia en el que se funda toda
confianza. Es palabra de Dios para el ser humano; su amor, su perdón,
su gracia manifestada y hecha realidad: motivo de esperanza y de
salvación para vivir positivamente en solidaridad con los seres
humanos.
Los
tres primeros principios se articulan alrededor del cuarto. Tienen
sentido en función de él, y al mismo tiempo nos orientan en su
comprensión.
Sin Jesucristo la gracia no es más que el atributo de un Dios lejano, un concepto filosófico.
Sin Jesucristo la fe pierde su contenido, el fundamento para su vivencia y expresión.
Sin Jesucristo como centro, y sin la fe, la Escritura es un libro como cualquier otro.
Sin Jesucristo la fe pierde su contenido, el fundamento para su vivencia y expresión.
Sin Jesucristo como centro, y sin la fe, la Escritura es un libro como cualquier otro.
Al mismo tiempo,
Sin
la gracia de Dios, Jesucristo no pasa de ser un hombre sorprendente,
un gesto impresionante de la divinidad sin ninguna relación con
nosotros.
Sin la fe, Jesucristo queda al exterior de nosotros, como un dato de la historia.
Sin la Escritura, Jesucristo se pierde en la historia y dejamos de saber quien ha sido para nosotros.
Sin la fe, Jesucristo queda al exterior de nosotros, como un dato de la historia.
Sin la Escritura, Jesucristo se pierde en la historia y dejamos de saber quien ha sido para nosotros.
II. UNA BREVE DECLARACIÓN DE FE*
10.1
1 En la vida como en la en muerte
pertenecemos a Dios.
2 Por
la gracia de nuestro Señor Jesucristo,
3 el
amor de Dios,
4 y
la comunión del Espíritu Santo,
5 confiamos
en el Dios único y trino, el Santo de Israel,
6 a
quien sólo adoramos y servimos.
10.2
7 Confiamos en Jesucristo,
8 plenamente
humano, plenamente Dios.
9 Jesús
proclamó el reinado de Dios:
10 predicando
buenas nuevas a los pobres
11 y
libertad a los cautivos,
12 enseñando
por medio de palabra y hechos.
13 y
bendiciendo a los niños,
14 curando
a los enfermos
15
y sanando a los quebrantados de corazón,
16 comiendo
con los despreciados,
17
perdonando a los pecadores,
18 y
llamando a todos a arrepentirse y a creer en el evangelio.
19 Condenado
injustamente por blasfemia y sedición,
20
Jesús fue crucificado,
21 sufriendo
la profundidad del dolor humano
22 y
dando su vida por los pecados del mundo.
23 Dios
levantó a este Jesús de los muertos,
24 vindicando
su vida sin pecado,
25 rompiendo
el poder del pecado y del mal,
26 rescatándonos
de la muerte a la vida eterna.
10.3
27 Confiamos en Dios,
28 a
quien Jesús llamó Abba, Padre.
29 En
amor soberano Dios creó al mundo bueno
30
e hizo a cada uno igualmente a imagen de Dios,
31 varón
y hembra, de toda raza y pueblo,
32 para
vivir como una sola comunidad.
33 Pero
nos rebelamos contra Dios; nos escondemos de nuestro Creador.
34 Desconociendo
los mandamientos de Dios,
35 violamos
la imagen de Dios en otros y en nosotros mismos,
36 aceptamos
las mentiras como verdad,
37
explotamos al prójimo y a la naturaleza,
38 y
amenazamos de muerte al planeta confiado a nuestro cuidado.
39 Merecemos
la condenación de Dios.
40 Sin
embargo Dios actúa con justicia y misericordia para redimir a la creación.
41
Con amor perdurable,
42
el Dios de Abraham y Sara escogió a un pueblo del pacto
43 para
bendecir a todas las familias de la tierra.
44 Escuchando
su clamor,
45 Dios
liberó a los hijos e hijas de Israel
46
de la casa de servidumbre.
47 Amándonos
aún,
48 Dios
nos hace, con Cristo, herederos del pacto.
49 Como
madre resuelta a no abandonar a su niño de pecho,
50 como
padre que corre a dar al pródigo la bienvenida al hogar,
51 Dios
sigue aún siendo fiel.
10.4
52 Confiamos en Dios el Espíritu Santo,
53
en todo lugar dador y renovador de vida.
54 El
Espíritu nos justifica por la gracia mediante la fe,
55
nos deja libres para aceptarnos, y para amar a Dios y al prójimo,
56 y
nos unifica con todos los creyentes
57 en
el cuerpo único de Cristo, la Iglesia.
58 El
mismo Espíritu
59 que
inspiró a profetas y apóstoles
60
norma nuestra fe y vida en Cristo por medio de la Escritura,
61 nos
compromete por medio de la Palabra proclamada,
62 nos
hace suyos en las aguas del bautismo,
63 nos
alimenta con el pan de vida y la copa de salvación,
64 y
llama a mujeres y hombres a todos los ministerios de la Iglesia.
65 En
un mundo quebrantado y temeroso
66
el Espíritu nos da valor
67 para
orar sin cesar,
68 para
testificar de Cristo como Señor y Salvador ante todos los pueblos,
69 para
desenmascarar idolatrías en la Iglesia y en la cultura,
70
para oír las voces de pueblos por largo tiempo silenciados,
71 y
para laborar con otros por la justicia, la libertad y la paz.
72 En
gratitud a Dios, dinamizados por el Espíritu,
73
nos esforzamos por servir a Cristo en nuestras tareas diarias
74
y por vivir vidas santas y gozosas,
75 mientras
aguardamos el nuevo cielo y la nueva tierra de Dios,
76 orando:
“Ven, Señor Jesús!”
10.5
77 Con creyentes en todos tiempos y
lugares,
78 nos
gozamos de que nada en la vida o en la muerte
79 puede
separarnos del amor de Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.
10.6
80 Gloria sea al Padre, al Hijo, y al
Espíritu Santo. Amén.
Líneas 1-6
Línea 1 Dt 7:6-11; Sal 100; 139:1-12; Is
43:1-9; Jer 31; Ro. 8:31-39; 14:7-9;
2 Co 5:1-5.
Líneas 2-6 Ex
20:3-6; Dt 6:4-9; 11:16; 2 R 19:14-22; Sal 56:3-4; 62:1-8; 71:22-24;103; Is 10:20;
12:5-6; 17:7-8; 43:14-15; 54:5; Jer 17:5-8; 25:5-6; Dn 3:28; Mt 28:16-20; Jn
3:16; 14:8-17; Hch 2:41-42; 27:21-26; 1 Co 8:1-6; 2 Co13:14; Ef 2:8-10; 1 P
1:2-9.
Líneas 7-26
Líneas 7-8 Sal 86:1-2; Is 12:2; Mt 1:18-25;
11:27; Mr 8:27-30; 14:61-62; Lc 2:1-52; Jn 1:1-18; 5:1-18; 7:25-31; 10:30-39;
Ga 4:1-7; Fil 2:5-11; Col 1:15-20; 2:8-10; He 1; 2:14-18; 4:14-15; 5:7-10;
13:8; 1 Jn 1:1-2. 9-18 Sal 34:6 18;
146:5-9; 147:1-6; Is 42:1-7; 61:1-3; Ez 34:15-16; Sof 3:19; Mt 4:23 25;
9:10-13; 13:1-58; 15:21-28; 18:21-35; 23:1-4; Mr 1:14-15; 5:1-20; 6:30-44;
9:33-37; 10:13-16; Lc 4:16-22 (18); 5:17-32; 6:17-36; 7:1-27, 33-50; 8:1-3;
10:38-42; 15:1-32; Jn 4:1-42; 8:1-11; 10:1-8; 11:1-44; 16:33; Hch 10:34-43. 19-22
Líneas 19-20 Mt 26:57-68; Mr 14:53-65; Lc 22:63-71; Mt
27:32-37; Mr 15:21-26; Lc
23:32-35; Jn
10:22-39; 19:1-22; I Co 1:20-25.
Líneas 21-22 Sal
22; 88:1-9; Is 52:13-53:12; Mt 27:27-31, 39-50; Mr 15:16-20, 29-37;
Lc 23:11, 39-46; Mr 8:31-35; 10:45; Lc
22:39-46; Jn 1:29-34; 3:16-18; 10:7-18; 19:28-37; Ro 5; 2 Co 5:17-21; 1 Ti
2:5-6; He 2; 5:7-10; 9:11-22; 1 P 2:21-24; 3:18; 1 Jn 2:1-2; 4:9-10; Ap.
5.23-26
Líneas 23-24 Sal 24:4-5; 26:1; 37:5-6; Is 50:4-9; Mt
27:3-4; 28:1-17; Mr 16:1-8; Lc 24:1-47; Jn 20-21; Hch 2:22-36 (32); 17:16-34;
Ro 1:1-7; 1Co 15:3-57; 1Ti 3:14-16.
Líneas 25-26 Sal 49:13-15; Is 25:6-8; Dn 12:2-3; Jn
3:16-18; 5:19-24; 11:17-27; Ro 4:24-25; 5:1-21; 6:1-23; 8:1-11; 1 Co 15: 20-28;
Ef 2:1-7; Col 1:9-14; 2:8-15; 1 Ts 4:13-18; 2 Ti 1:10; He 13:20-21; Ap 21:3-4.
Líneas 27-51
Líneas 27-28 2 R 18:5-6;
Sal 28:6-7; 71:5-6; Pr 3:5-8; Mt 6:25-34; Mr 14:32-36; Lc
11:2-4; Ro 8:12-17; Ga 4:1-7.
Línea 29 Gn
1:1-25; Sal 33:1-9; 104; Is 40:21-28; Jn 1:1-5; Col 1:15-20; 1Ti 4:4.
Líneas 30-32 Gn
1:26-2:25; 5:1-32; (esp. 1-5, 32); 10:32-11:1; Lv 19: 9-18; Sal 22:25-31; 67;
133; Is 56:3-8; 66:18-21; Mi 4:1-4; Lc 10:29-37; Hch 17:22-28; Ef 1:9-10; Ap
7:9-12; 22:1-2.
Líneas 33-38
Línea 33 Gn
3:1-24; 4:1-6; Ex 3:6; 4:1-17; Jue 11:29-40; 1 S 10: 20-24; Sal 2:1-3;14:1-4;
Is 1:1-6; Jer 5:20-25; 23-24; Jon 1:1-4; Mt 5:14-16; Mr 4:21-23; Lc 8:16-18; Mt
19:16-22; 25: 14-30 (esp. 18, 24-25); Lc 8:43-48; 10:38-42 (Marta); Ro
1:16-3:26; He 4:13; Ap 2-3; 6:12-17.
Línea 34 Gn 1:28; 2:15-16; Ex 20:1-17;
21:1-23:19; Lv 19:1-37; Dt 6:4-9; 10:19; Neh 7:73b-8:18; Sal 119:169-176; Am
5:24; Mi 6:8; Mt 5:17-6:21; 7:12; 22:34-40; Jn 13:34; 14:15; 15:12-17; Ro
13:8-10; 1 Co 8; 1 Jn 2:3-11.
Línea 35 Gn 1:27; 4:8; 6:11-12; 16;
21:9-21; Jue 19; 2 S 11; 13: 1-20; 18:5-15; Sal 14:1-4; Is 1:12-23; 59:1-8; Ez
7: 10-11; 45:9; Sof 3:1-4; Mt 23:13-28; 25:31-46; Lc 16:19-31; Ro 1:28-32; Ef
4:17-22; Col 3:5-11; 2 Ti 3:1-9; Tit 1:15-16.
Línea 36 Gn 2:16-17; 3:1-4; Job 13:1-12;
Sal 4:2; Is 5:20-21; 28:14-15; 59:3b,12-15a; Jer 5:1-3; 14:13-14; Jn 8:42-45.
Líneas 37-38 Gn 2:15; Sal 8; Is 5:7-8; 24:4-6; 33:7-9;
Jer 2:7-8; 9:4-6; Os 4:1-3; Am
2:6-8; Hch
16:16-24.
Línea 39 Gn 6:5-7; Dt 28:15-68; 30:15-20; 2 S
12:1-12; Is 1:24-25; 5:9-10, 24-25;
28:16-22; 59:9-11,
15b-19; Jer 2:9; 9:7-11; 14:15-16; Am 2:13-16; Jn
3:16-21; Ro
5:18-21; 8:1-4.
Línea 40 2 Cr 7:11-14; Sal 34:22; 51;
78:36-39; 103:1-14; 130; 145:8-9; Is 2:2-4;
6:5-7; 11:1-9; 30:18; 51:4-6; Jer 31:20; Lm 3:22-33; Ez 36:8-15;
Os
11:1-9; 14:4-8; Mt
1:18-21; Lc 1:67-79; 15:1-7; Jn 3:16-17; Ro 5:15-17;
8:18-25; Ef 2:4-7;
1 P 1:13-21.
Líneas 41-51
Líneas 41-43 Gn
12:1-7; 15; 17:1-21; 18:1-15; 21:1-7; 28:10-17; Dt 7:6-7; Neh 9:6-8;
Sal 65:1-4; Is 41:8-10; 44:1-8; 51:1-2;
Jer 31:3, 31-34; Mt 9:9-13; 26:26-28; Ro 4:13-25; 11; 1 Co 1:26-29; Ga 3:6-9;
Ef 1:3-10; 1 Ts 1; He 11:8-12; Stg 2:5; 1 P 2:9-10.
Líneas 44-46 Ex
2:23-3:10; 6:2-8; 15:1-21; 18:5-12; 20:1-2; 22:21-24; Dt 7:8; Jue
6:7-16; 10:10-16; 2 Cr 32:9-23; Esd 9:6-9; Neh 9:9-15; Sal
18:1-19; 34,
77; 105:23-45; 107;
136; Is 40:3-5, 9-11; 43:14-21; 51:9-16; Dn 3; 6; Mi
6:4; Mt 6:13;
15:21-28; Mr 5:1-20; 2 Co 1:8-11; Ap 1:4-11; 15:2-4.
Líneas 47-48 Sal
33:20-22; 36:7-9; Is 54:4-10; 63:7-9; Mi 7:18-20; Mt 26:26-29; Ro
8:15-17, 38-39; 1
Co 11:23-26; Ga 3:15-29; 4:6-7, 21-31; Ef 1:3-6;
2:11-22; He
13:20-21; 1 P 1:1-9; 1 Jn 3:1-2.
Líneas 49-51 Gn 33:1-11; Dt 7:9; 32:10-12; Neh 9:16-23;
Sal 27:7-10; 36:5-12; 91; 117; Is 42:14-16; 46:3-4; 49:7; 49:14-15; 66:13; Jer
31:15-20; Lm 3:22-23; Os 11:3-4; Lc 13:34-35; 15:11-32 (esp. 20); 1 Co 1:9; 1
Ts 5:23-24; 2 Ts 2:16-17.
Líneas 52-76
Líneas 52-53 Gn 1:1-2;
Sal 23; 139:1-12; Ez 37:1-14; Lc 1:26-35; Jn 3:1-15; Hch
2:1-21; 10; Ro 8:1-11; 2 Co 3.
Líneas 54-57
Línea 54 Gn
15:1-6; Hab 2:4; Ro 1:16-17; 3:21-28; (24-25); 4:1-5; 5:1-2; Ga
3:1-14; Ef 2:8-9;
Tit 3:3-7.
Líneas 55-57 Lv 19:18; Dt 6:4-5; Mr 12:28-34; Lc
10:25-37; Jn 3:1-15; Ro 8:26-27;
12; 13:8-10;1 Co
12:1-31; (esp. 13, 27); 13; 2 Co 3:17-42; Ga 5; 6:1-10;
Ef 2: 11-22; 4:1-6; Fil 4:1-7; Col 1:24; 3:12-17; 1 P 4:8-11; 1
Jn 4:19 5:5.
Líneas 58-61
Líneas 58-59 Nm 11:24-30; Dt 18:15-22; 2 Cr 20:13-19; 24:20-22;
Ez 3:22-27; 8:1-4;
11:5-12, 13:3; Mi
3:5-8; Mr 12:35-37; Jn 20:19-23; Hch 1:1-9; 2:1-4;
9:17-19a; 1 P
1:10-11; 2 P 1:20-21.
Líneas 60-61 2 R
22:8-13; 23:1-3; Sal 119:1-16; Zac 7:11-12; Mt 5:17; Mr 13:9-11; Lc
24:13-27, 44; Jn 5:30-47; 16:13; Hch
2:14-36; 4:13-20; 8:4-8; 9:17-22; 10:34-44; 13:4-5; 17:1-4; Ro 15:17-21; Ef
2:19-3:6; 2 Ti 1:11-14;3:14-17; He 1:1-4; 3:7-11; 1 P 1:12; 2 P 1:16-19; 3:1-2;
Ap 3:22.
Líneas 62-64
Línea 62 Mr
1:1-12; 6:30-52; Jn 1:19-34; 3:5; 7:37-39; Hch 2: 38-42; 8:26-39;
9:10-19;
10:44-11:18; Ro 6:1-4; 1 Co 12:12-13; Ga 3:27-28; Ef 1:13-14;
Col 2:8-15; Tit
3:3-7; 1 Jn 5:6-8.
Línea 63 Sal 116:12-14 (13); Mt 26:17-29;
Mr 14:22-25; Lc 22: 14-20; 24:13-35; Jn 6:22-59 (35, 48); Hch 2:41-42; 1 Co
10:16-17; 11:17-34; He 9:11-28.
Línea 64 Gn
1:26-27; Ex 15:1-21; Jue 4:4-10; 2 R 22:8-20; Jl 2:28-32; Lc 1:46-55;2:25-38;
8:1-3; 10:38-42; Jn 4:7-42; 20; Hch 1:12-2:47; 13:1-4; 16:1-15;18:24-28; Ro
16:1-16; 1 Co 12:4-7; 2 Co 4-5; Ga 3:27-29; Ef 4:7-16; Fil 4:1-3; 1 P 2:9-10.
Líneas 65-71
Líneas 65-66 Gn 15:1; Sal 23:1-4; 27:1-6; 46:1-3; Is 41:8-10;
Hag 2:4-5; Hch 4:13-31;
Fil 1:19-20; 2 Co
1:18-22.
Línea 67 Gn 18:16-33; 2 S 7:18-29; Dn 6; Mt
6:5-15; Mr 14:32-42; Lc 18:1-8; Jn 17; Ro 12:12; Ef 6:18-20; Col 1:3-14; 4:2; 1
Ts 5:16-18 (17); Stg 5:13-18; Jud 20-21.
Línea 68 Is 60:1-3; Mt 28:19-20; Lc
24:45-47; Hch 1:8; 9:27-29; 23:11; Ro 1:1-6; 1 Ts 2:1-8; 2 Ti 1:8-14; 4:1-2.
Línea 69 Ex
20:2-6; 1 R 18:21-39; Sal 115:1-11; Is 31:1-3; 44: 6-20; Jer 7:1-20;
Zac 4:6; Mt 6:24;
Lc 18:18-23; Hch 19:21-41; 1 Co 8:1-6; Fil 3:18-19;
Col 3:5; 1 Jn
5:20-21.
Línea 70 Gn 41:1-45; Rt 1-4; 1 R 12:1-20;
Jer 36; Sof. 3:1-2; Mt. 15:21-18; Mr
5:15-20; 9:38-41; 16:9-11; Lc 7:36-50;
10:30-35; Jn 4:27-30, 39; 20:11 18; Hch 24; 1 Co 14:33b-35; 1 Ti 2:11-12.
Línea 71 Lv 25:25-55; Dt 15:1-11; Sal
34:14; 72:1-4; 12-14; Is 58; Am 5:11-24; Mi 6:6-8; Mt 5:9; 25:31-46; Ro
14:17-19; Ga 5:13-26; He 12:14; 13:1-3,
20-21; Stg
1:22-2:26.
Líneas 72-76
Líneas 72-74 Lv 19:1-4; Neh 7:73b-8:12; Sal 68:32-35;
96; 100; Mt 13:44; Lc 9:23; 24:44-53; Jn 15:10-11; Hch 1:8; 13:52; Ro 7:4-6;
12:1-3, 9-21; 15:13; 1 Co 3:16-17; 13; 2 Co 1:12; Ef 1:3-2:21; 1 Ts 1:4-8;
5:16-18; 1 P 1:13-16.
Líneas 75-76 Is 65:17; 66:22-23; Mt 24:42-44; 25:1-13;
Mr 13:32-37; Lc 14:15-24; 1Co 15:51-58; 16:21-24; 2 P 3; Ap 21:1-22:5; 22:20.
Líneas
77-80
Líneas 77-80 Sal
27:1-10; 91; 118:1-6; 139:1-18; Is 25:6-9; Jn 3:16; Ro 8:31-39;
Ef 2:1-10; 2 Ti
2:8-13; Stg 1:12; 1 P 1:3-9; 1 Jn 4:7-21.
*Una Breve Declaración de Fe
En 1983, se formó la Iglesia Presbiteriana
(E.U.A.) como resultado de la reunificación de la Iglesia Presbiteriana Unida
en los Estados Unidos de América y la Iglesia Presbiteriana en los Estados
Unidos. Parte integral de la reunificación fue la preparación de una Breve
Declaración de Fe. Los miembros del comité redactor trataron de articular la
identidad común de los presbiterianos a la vez que reconocían las realidades de
diversidad y desacuerdo en la iglesia y el mundo.
III. LA CONFESIÓN DE ACCRA
INFORME DE LA SECCIÓN SOBRE ALIANZA
Alianza por la justicia económica y la vida en la tierra
(Covenanting for Justice in the Economy
and the Earth)
Introducción
1. En respuesta al urgente llamamiento de la
región del África austral, reunida en 1995 en Kitwe, a reconocer la urgencia
cada vez mayor de la injusticia económica mundial y la destrucción del medio
ambiente, la 23ª Asamblea General (Debrecen/Hungría, 1997) invitó a las
iglesias miembros de la Alianza Reformada Mundial a entrar en un proceso de
“reconocimiento, educación y confesión” (processus confessionis). Las
iglesias, escuchando el clamor de hermanos y hermanas de todo el mundo y
mirando la amenaza al don de Dios de la creación, reflexionaron sobre el texto
de Isaías 58:6 “…romper las cadenas de la opresión y los yugos de la
injusticia, y dejar en libertad a los quebrantados”.
2. Desde entonces, nueve iglesias miembros se
han comprometido con una declaración de fe; hay algunas que están en proceso de
establecer una alianza, y otras han estudiado la situación y han llegado a
reconocer la profundidad de la crisis. Además, en cooperación con el Consejo
Mundial de Iglesias, la Federación Luterana Mundial y organizaciones ecuménicas
regionales, la Alianza Reformada Mundial celebró consultas en todas las
regiones del mundo, desde Seúl/Bangkok (1999) hasta Stony Point (2004).
Asimismo, cabe señalar la consulta de las iglesias del Sur, Buenos Aires
(2003), y la de las iglesias del Norte y del Sur, London Colney (2004).
3. Reunidos en Accra (Ghana) para celebrar la
Asamblea General de la Alianza Reformada Mundial, tuvimos ocasión de visitar
los calabozos en que se recluía a los esclavos de Elmina y Cape Coast, donde
millones de africanos fueron tratados como mercancías, vendidos y sometidos a
los horrores de la represión y la muerte. En la actualidad, las realidades en
curso de la trata de seres y la opresión provocada por el sistema económico
mundial hacen que el clamor de “nunca más” suene a mentira.
4. Hoy venimos a asumir un compromiso de fe (faith
commitment).
Leer los signos de los tiempos
5. Hemos escuchado que la creación sigue
gimiendo, en cautiverio, esperando su liberación (Ro 8:22). El clamor de las personas
que sufren y las heridas de la creación misma nos están cuestionando.
Observamos una convergencia drástica entre el sufrimiento de las personas y el
daño hecho al resto de la creación.
6. Los signos de los tiempos se han vuelto más
alarmantes y hemos de interpretarlos. Las causas subyacentes de los tremendos
peligros para la vida son, sobre todo, producto de un sistema económico injusto
defendido y protegido mediante la fuerza política y militar. Los sistemas
económicos constituyen una cuestión de vida o muerte.
7. Vivimos en un mundo escandaloso que niega el
llamamiento de Dios a la vida para todas las personas. Los ingresos anuales del
1 por ciento de los más ricos del mundo equivalen a los del 57 por ciento de
los más pobres. Cada día, 24.000 personas mueren a causa de la pobreza y la
malnutrición. La deuda de los países pobres sigue creciendo aunque hayan
reembolsado múltiples veces las sumas originalmente prestadas. Las guerras
causadas por el deseo de control de los recursos se cobran la vida de millones
de seres; otros tantos millones más pierden la vida a raíz de enfermedades
evitables. La pandemia mundial del VIH/SIDA aqueja la vida en todos los
rincones del mundo, lo cual afecta los más pobres en lugares donde no se
dispone de drogas genéricas. La mayoría de las personas sumidas en la pobreza
son mujeres, niños y niñas, y sigue aumentando el número de personas que viven
en la pobreza absoluta con un ingreso inferior a un dólar por día.
8. Esta política del crecimiento ilimitado entre
los países industrializados, y el afán de lucro de las empresas transnacionales
han saqueado la tierra y han dañado gravemente el medio ambiente. En 1989,
desaparecía una especie al día; en 2000, una cada hora. Entre las consecuencias
devastadoras cabe mencionar el cambio climático, el agotamiento de las
poblaciones de peces, la deforestación, la erosión del suelo y el peligro de
agotamiento de las fuentes de agua dulce. Las comunidades se han visto
afectadas, se pierden los medios de subsistencia, el aumento del nivel del mar
pone en peligro a las regiones costeras y las Islas del Pacífico, y aumentan
las tormentas. Altos grados de radioactividad ponen en peligro la salud y el
medio ambiente. Por otra parte, se
patentan formas de vida y conocimientos culturales para obtener ganancias
económicas.
9. Esta crisis guarda relación directa con la
implantación de la globalización económica neoliberal que se basa en los
siguientes principios:
· la competencia ilimitada, el consumismo y la
acumulación de riquezas y el crecimiento económico desmedidos son mejor para el
mundo entero;
· la posesión de la propiedad privada no
conlleva ninguna responsabilidad social;
· la especulación con el capital, la
liberalización y la desregulación del mercado, la privatización de los
servicios públicos y los recursos nacionales, el acceso sin restricciones para
las inversiones e importaciones del extranjero, impuestos más bajos y el libre
desplazamiento del capital van a producir riquezas para todos;
· las obligaciones sociales, la protección de
los pobres y los más débiles, los sindicatos y las relaciones interpersonales
quedan subordinados a los procesos de crecimiento económico y acumulación de
capital.
10. Se trata de una ideología que aduce que no
hay otra alternativa y exige una cadena interminable de sacrificios a los
pobres y a la creación. Promete la falacia de salvar el mundo mediante la
creación de riqueza y prosperidad, se atribuye la soberanía sobre la vida y se
exige una lealtad total que equivale a idolatría.
11. Reconocemos la enormidad y la complejidad de
la situación. No buscamos respuestas sencillas. Como personas que buscan la
verdad y la justicia y que miran con la mirada de las personas sufrientes e
impotentes, vemos que el (des)orden actual del mundo proviene de un sistema
económico extremadamente complejo e inmoral defendido por el imperio. Al
utilizar el término “imperio”, nos referimos a la conjunción del poder
económico, cultural, político y militar que constituye un sistema de dominación
dirigido por naciones poderosas para proteger y defender sus propios intereses.
12. En la economía liberal clásica, el estado
existe para proteger la propiedad privada y los contratos que se firman en el
mercado competitivo. Gracias a la lucha del movimiento obrero, los estados
comenzaron a regular los mercados y a garantizar el bienestar del pueblo. Desde
la década de 1980, con el libre movimiento del capital, el neoliberalismo se ha
dedicado a desmantelar los mecanismos estatales que garantizaban el bienestar
de los ciudadanos. En el neoliberalismo, la economía tiene la finalidad de
aumentar las ganancias y el rendimiento para beneficiar a los propietarios de
la producción y del capital financiero mientras se excluye a la mayoría de las
personas y se trata a la naturaleza como una mercancía.
13. Al igual que los mercados, las instituciones
políticas y jurídicas que los protegen han adquirido una dimensión mundial. El
Gobierno de los Estados Unidos de América y sus aliados, juntos con las
instituciones financieras y de comercio internacionales (el Fondo Monetario
Internacional, el Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio), se
valen de las alianzas políticas, económicas y militares para proteger y
priorizar los intereses de los dueños del capital.
14. Observamos una drástica convergencia de la
crisis económica con la integración de la globalización económica y la
geopolítica respaldadas por la ideología neoliberal. Se trata de un sistema
mundial que defiende y protege los intereses de los poderosos. Nos afecta y
atrapa a todos. Desde la óptica bíblica se entiende que tal sistema de
acumulación de riquezas a costa de los pobres no es fiel a Dios y ocasiona
sufrimientos evitables a las personas. Se denomina Mamón. Jesús nos dijo que no
es posible servir a Dios y a Mamón (Lc 16:13).
Confesión de fe (confession of faith) frente
a la injusticia económica y la destrucción del medio
ambiente
15. Un compromiso basado en nuestra fe (faith
commitment) se puede expresar de diversas maneras, según nuestras
tradiciones regionales y teológicas: como confesión (confession), como
acto de profesar nuestra fe con otros (confessing together), como
declaración de fe (faith stance), como personas fieles a la alianza con
Dios. Escogemos la confesión, no en el sentido de una confesión doctrinal
clásica, ya que la Alianza Reformada Mundial no puede hacer una tal confesión,
sino para mostrar la necesidad y urgencia de una respuesta activa a los
problemas de nuestro tiempo y al llamado de Debrecen. Invitamos a nuestras
iglesias miembros a recibir y responder a nuestro testimonio común.
16. La Asamblea General de la Alianza Reformada
Mundial, que ha visto los signos de los tiempos, habla a partir de la tradición
reformada afirmando que la justicia económica mundial es esencial para la
integridad de nuestra fe en Dios y nuestro discipulado como cristianos. Creemos
que la integridad de nuestra fe corre peligro si guardamos silencio o nos
negamos a actuar frente al sistema actual de globalización económica
neoliberal, por lo tanto, confesamos (we confess) ante Dios y ante los
demás.
17. Creemos en Dios, Creador y Sustentador de
toda la vida, que nos llama asociados en la creación y redención del mundo.
Vivimos bajo la promesa de que Jesucristo vino para que todos tengan plenitud
de vida (Jn 10:10). Guiados y sostenidos por el Espíritu Santo nos abrimos
hacia la realidad de nuestro mundo.
18. Creemos que Dios es soberano sobre toda la
creación. “De Jehová es la tierra y su plenitud” (Sal 24:1).
19. En consecuencia, rechazamos (reject) el
orden económico mundial actual impuesto por el capitalismo neoliberal global y
todo sistema económico, con inclusión de las economías planificadas absolutas
que cuestionen el pacto de Dios y excluyan de la plenitud de vida a los pobres,
los vulnerables y toda la creación. Rechazamos toda pretensión de imperio
económico, político y militar que subvierta la soberanía divina sobre la vida y
atente contra el justo reinado de Dios.
20. Creemos que Dios ha sellado un pacto con
toda la creación (Gn 9:8-12). Dios ha creado una comunidad terrenal sobre la
base de una visión de justicia y de paz. El pacto es un don de gracia que no se
vende en el mercado (Is 55:1). Es una economía de la gracia para toda la
creación como nuestro hogar. Jesús nos muestra que se trata de un pacto
incluyente, en el cual los pobres y los marginados son las partes preferentes,
y nos insta a que la justicia para con “los más pequeños” (Mt 25:40) sea el eje
de nuestra comunidad de vida. En este pacto se bendice e incluye a toda la
creación (Os 2:18 sigs.).
21. En consecuencia, rechazamos la cultura del
consumismo desenfrenado, la avaricia y el egoísmo competitivos del sistema de
mercado mundial neoliberal y cualquier otro sistema que sostenga que no existen
alternativas.
22. Creemos que toda economía del hogar de la
vida concedida por el pacto de Dios para sostener la vida es responsable ante
Dios. Creemos que la economía existe para servir a la dignidad y el bienestar
del pueblo en comunidad, dentro de los límites de la sostenibilidad de la
creación. Creemos que los seres humanos han sido llamados a optar por Dios y no
por Mamón y que confesar nuestra fe es un acto de obediencia.
23. Por eso rechazamos la acumulación incontrolada
de riquezas y el crecimiento sin límite que ya han costado la vida de millones
de personas y han destruido gran parte de la creación de Dios.
24. Creemos que Dios es un Dios de justicia. En
un mundo de corrupción, explotación y avaricia, Dios es, de manera especial, el
Dios de los desamparados, los pobres, los explotados, los que han sufrido
injusticias y malos tratos (Sal 146:7-9). Dios llama a establecer relaciones
justas con toda la creación.
25. Por esto rechazamos toda ideología o sistema
económico que anteponga las ganancias a las personas, que no se preocupe por
toda la creación y que privatice esos dones de Dios creados para todos.
Rechazamos toda prédica que justifique implícita o explícitamente a aquellos
que apoyan o dejan de resistirse a esa ideología en el nombre del Evangelio.
26. Creemos que Dios nos llama a ponernos del
lado de las víctimas de la injusticia. Sabemos qué es lo que el Señor pide de
nosotros: ser artífices de la justicia, amar la misericordia y transitar los
caminos de Dios (Miq 6:8). Todos estamos llamados(as) a oponernos a toda forma
de injusticia económica y destrucción de la creación, para que “corra el juicio
como las aguas y la justicia como arroyo impetuoso” (Am 5:24).
27. Por eso rechazamos toda teología que afirme
que Dios está solamente del lado de los ricos y que la pobreza es la culpa de
los pobres. Rechazamos toda forma de injusticia que destruya las relaciones
justas – (por causa de) género, raza, clase, discapacidad o casta.
Rechazamos toda teología que afirme que los intereses humanos se imponen a la
naturaleza.
28. Creemos que Dios nos llama a escuchar el
clamor de los pobres y el gemido de toda la creación y a ser seguidores en la
misión pública de Jesucristo que vino para que todos tengan vida y la tengan en
plenitud (Jn 10:10). Jesús trae justicia al oprimido y da pan al hambriento;
libera al preso y devuelve la vista al ciego (Lc 4:18); él apoya y protege a
los humillados, al extranjero, al huérfano y a la viuda.
29. Por esto rechazamos todas las prácticas o
enseñanzas de la iglesia que excluyan de su misión a los pobres y el cuidado de
la creación y acomoden a aquellos que vinieron a “hurtar, matar y destruir” (Jn
10:10), en vez de seguir al “Buen Pastor” que vino a dar la vida por todos (Jn
10:11).
30. Creemos que Dios convoca a hombres, mujeres
y niños de todos los lugares, a ricos y pobres, a elevar la unidad de la
iglesia y su misión, de tal manera que la reconciliación a la cual Cristo nos
llama, pueda hacerse visible.
31. Por esto rechazamos todo intento que se
produzca en la vida de la iglesia de separar la justicia y la unidad.
32. Creemos que estamos llamados en el Espíritu
a rendir cuentas de la esperanza que hay en nosotros mediante Jesucristo y a
creer que la justicia prevalecerá y la paz reinará.
33. Nos comprometemos a buscar un pacto mundial
para la justicia en la economía y sobre la tierra en la casa de Dios.
34. Confesamos humildemente esta esperanza,
sabiendo que nosotros también nos sometemos al juicio de la justicia de Dios.
· Reconocemos la complicidad y la culpa de
aquellos que consciente o inconscientemente se benefician del sistema económico
neoliberal mundial actual; reconocemos que entre ellos se cuentan iglesias y
miembros de nuestra propia familia reformada, y, por lo tanto, hacemos un
llamamiento a confesar el pecado.
· Reconocemos que nos ha cautivado la cultura
del consumo y la codicia competitiva y el egoísmo del actual sistema económico
que, con demasiada frecuencia, ha impregnado nuestra propia espiritualidad.
· Confesamos el pecado de mal utilizar la
creación y no haber logrado desempeñar nuestro papel como custodios y
compañeros de la naturaleza.
· Confesamos el pecado de que nuestra falta de
unidad dentro de la familia reformada nos ha impedido cumplir en plenitud la
misión de Dios.
35. Creemos,
en obediencia a la palabra de Jesucristo, que la iglesia está llamada a
confesar, dar testimonio y actuar, aun cuando las autoridades y la legislación
puedan prohibírselo, y a riesgo de ser castigada y sufrir por ello (Hch 4:18).
Jesús es el Señor.
36. Nos
unimos en alabanza de Dios, Creador, Redentor, Espíritu, que “quitó de
los tronos a los poderosos y exaltó a los humildes, a los hambrientos colmó de
bienes y a los ricos envió vacíos” (Lc 1:52-53).
Alianza por la justicia
37. Al confesar nuestra fe, nos aliamos en
obediencia a la voluntad de Dios como un acto de lealtad a la solidaridad mutua
y las relaciones responsables. Esta alianza crea lazos que nos unen para
trabajar por la justicia en la economía y en la tierra tanto en nuestro
contexto común global como en los diversos escenarios regionales y locales.
38. En este viaje común, algunas iglesias ya han
expresado su compromiso en una confesión de fe. Las instamos a que sigan
traduciendo esta confesión en acciones concretas tanto a nivel regional como
local. Otras iglesias ya han empezado a comprometerse en este proceso, por
ejemplo, adoptando medidas; las instamos a que incrementen su grado de
compromiso mediante la educación, la confesión y la acción. Sobre la base de
nuestra corresponsabilidad en la alianza, instamos a aquellas otras iglesias
que están aún en proceso de reconocimiento a que profundicen su educación y
avancen hacia la confesión.
39. Sobre la base de esta relación de alianza,
la Asamblea General insta a sus iglesias miembros a que emprendan la difícil y
profética tarea de interpretar esta confesión para sus respectivas
congregaciones locales.
40. La Asamblea General insta a las iglesias
miembros a que lleven a la práctica esta confesión mediante el seguimiento de
las recomendaciones del Comité de Asuntos Internacionales en materia de
justicia económica y ecología.
41. La Asamblea General compromete a la Alianza
Reformada Mundial a trabajar junto con otras comuniones, la comunidad
ecuménica, la comunidad de otros credos, los movimientos civiles y populares
que luchan por la justicia económica y la integridad de la creación y hace un
llamamiento a nuestras iglesias miembros para que hagan lo mismo.
42. Así pues, proclamamos rotundamente que nos comprometemos
a nosotros mismos, a nuestro tiempo y a nuestra energía a cambiar, renovar y
restaurar la economía y la tierra, y que escogemos la vida, de modo que vivamos
nosotros y nuestra descendencia (Dt 30:19).